Sagradas Escrituras 1569
JONÁS
1:1 ¶ Y vino palabra del SEÑOR a Jonás, hijo de Amitai, diciendo:
1:2 Levántate, y ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de mí.
1:3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia del SEÑOR a Tarsis, y descendió a Jope; y halló un navío que partía para Tarsis; y pagándole su pasaje entró en él, para irse con ellos a Tarsis huyendo de la presencia del SEÑOR.
1:4 ¶ Mas el SEÑOR hizo levantar un gran viento en el mar, y se hizo una gran tempestad en el mar, que la nave pensó ser quebrada.
1:5 Y los marineros tuvieron temor, y cada uno llamaba a su dios; y echaron al mar los vasos que llevaban en la nave, para descargarla de ellos. Jonás, sin embargo, había descendido a los costados de la nave, y se había echado a dormir.
1:6 Y el maestre de la nave se llegó a él, y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; por ventura él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.
1:7 Y dijeron cada uno a su compañero: Venid, y echemos suertes, para saber por quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
1:8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?
1:9 Y él les respondió: Hebreo soy, y temo al SEÑOR, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra seca.
1:10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos entendieron que huía de delante del SEÑOR, porque él se lo había declarado.
1:11 ¶ Y le dijeron: ¿Qué te haremos, para que el mar se nos aquiete? Porque el mar iba a más , y se embravecía.
1:12 El les respondió: Tomadme, y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mí ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.
1:13 Y aquellos hombres trabajaron por tornar la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar iba a más , y se embravecía sobre ellos.
1:14 Y clamaron al SEÑOR, y dijeron: Te rogamos ahora, SEÑOR, que no perezcamos nosotros por el alma de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, SEÑOR, has hecho como has querido.
1:15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furia.
1:16 Y temieron aquellos hombres al SEÑOR con gran temor; y ofrecieron sacrificio al SEÑOR, y prometieron votos.
1:17 Mas el SEÑOR había aparejado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
2:1 ¶ .Y oró Jonás desde el vientre del pez al SEÑOR su Dios.
2:2 Y dijo: Clamé de mi tribulación al SEÑOR, Y él me oyó; Del vientre del infierno clamé, Y mi voz oíste.
2:3 Me echaste en lo profundo, en medio de los mares, Y la corriente me rodeó; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.
2:4 Y yo dije: Echado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré el santo templo tuyo.
2:5 Las aguas me rodearon hasta el alma, El abismo me rodeó; El junco se enguedejó a mi cabeza.
2:6 Descendí a las raíces de los montes; La tierra echó sus cerraduras sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh SEÑOR Dios mío.
2:7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé del Señor; Y mi oración entró hasta ti en tu santo Templo.
2:8 Los que guardan las vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan.
2:9 Mas yo alabándote con voz de confesión te sacrificaré; Pagaré lo que prometí. Al SEÑOR sea el salvamento.
2:10 ¶ Y mandó el SEÑOR al pez, y vomitó a Jonás en tierra seca.
3:1 ¶ Y vino palabra del SEÑOR segunda vez a Jonás, diciendo:
3:2 Levántate, y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y predique en ella la predicación que yo te diré.
3:3 Y se levantó Jonás, y fue a Nínive, conforme a la palabra del SEÑOR. Y era Nínive ciudad grande a Dios, de tres días de camino.
3:4 Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.
3:5 ¶ Y los varones de Nínive creyeron a Dios, y pregonaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor de ellos hasta el menor de ellos.
3:6 Y llegó la palabra hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, y echó de sí su vestido, y se cubrió de cilicio, y se sentó sobre ceniza.
3:7 E hizo pregonar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé pasto, ni beban agua;
3:8 y que se cubran de cilicio los hombres y los animales, y clamen a Dios fuertemente; y cada uno se convierta de su mal camino, y de la rapiña que está en sus manos.
3:9 ¿Quién sabe si se convertirá y se arrepentirá Dios, y se convertirá del furor de su ira, y no pereceremos?
3:10 Y vio Dios sus obras, porque se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les había de hacer, y no lo hizo.
4:1 ¶ Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.
4:2 Y oró al SEÑOR, y dijo: Ahora, oh SEÑOR, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me precaví huyendo a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y compasivo, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
4:3 Ahora pues, SEÑOR, te ruego que me mates; porque mejor me es la muerte que la vida.
4:4 Y el SEÑOR le dijo: ¿Tanto te enojas?
4:5 ¶ Y salió Jonás de la ciudad, y se asentó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una choza, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué sería de la ciudad.
4:6 Y preparó el SEÑOR Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le defendiese de su mal; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.
4:7 Y el mismo Dios preparó un gusano viniendo la mañana del día siguiente, el cual hirió a la calabacera, y se secó.
4:8 Y acaeció que saliendo el sol, preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y pedía su alma la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que mi vida.
4:9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Hago bien en enojarme, hasta desear la muerte.
4:10 Y le dijo el SEÑOR: Tuviste tú piedad de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció,
4:11 ¿y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil hombres que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
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